La primavera llegó a la ciudad de El Alto, en el frío altiplano boliviano, con el cuerpo totalmente pintado.
La representación estuvo a cargo de una modelo alteña que se atravió a lucir su esbelto cuerpo cubierto apenas con pintura de color rojo y verde, principalmente.
El artista convirtió los firmes senos de la modelo en flores rojas. El resto de su piel fue el lienzo perfecto para representar tallos y enrredaderas. Al mover ambos hombros y brazos, la modelo casi daba el aliento para que una mariposa se despegara de su espalda e irradiara alegría.
Para coronar la representación, la modeló mostró bellas flores sobre su cabeza, las mismas que fueron confeccionadas con verdaderos cabellos humanos, una obra de Carmen Clavijo.
Esta representación es un verdadero florecer en una de las ciudades más conservadoras de Bolivia, donde casi se puede respirar en sus calles las ancestrales tradiciones indígenas, que han resistido al máximo, por el momento, la influencia de culturas extranjeras.
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